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Il Borro, un viaje al tiempo con copa en mano

Susana Cabrera

Si hay algo que la Toscana sigue ofreciendo es la fortuna de encontrar tesoros antiguos y aquellos que van surgiendo. Il Borro es uno de ellos. 

Desde lo alto de una colina en la Toscana, rodeado de bosques se encuentra este lugar lleno de magia: una aldea fortificada medieval adquirida y restaurada por la familia Ferragamo, que hoy es parte de un conglomerado histórico, hospitalario y enológico, y consiste en dicho burgo, una bodega productora de vino de alta gama, hotel, restaurantes, wellness y galería de arte.

Un lugar que hemos visitado en el pasado, pero este verano el objetivo fue beber sus vinos en la tierra y el entorno que los produjo, ya que tienen una particularidad que cumple estrictamente la filosofía de Ferruccio Ferragamo, desde hace casi 30 años que echó a andar este proyecto: tradición, sustentabilidad y excelencia. 

Así que el recorrido comenzó al pie de uno de los viñedos más altos, en donde abrimos un Rosé del Borro entre dos viñas, frente a las todavía pequeñas uvas Sangiovese de las que está conformado ese vino al 100% y con un paisaje de colores clásicos de la Toscana. Rosé de Il Borro es elegante, fresco, con aromas de flores blancas y frambuesas, de acidez justa para ese calor que crecía con el día.

Después fuimos a otro viñedo ubicado frente a un lote cercado donde corrían libremente los caballos del complejo. Con esa vista, probamos Borrigiano, una mezcla de Syrah, Merlot y Sangiovese, con sabores a moras negras, tabaco, anís y pimienta.  

Crédito Foto: ©Il Borro

El recorrido siguió en la bodega, donde vinifican y se guardan los vinos. Un lugar bellísimo, enclavado en una antigua bodega subterránea, ampliada y construida con hormigón cubierto de ladrillo amarillo arena que coincide con los colores del entorno. El camino que pasa por las bodegas desemboca en una plaza circular hundida. La armonía y belleza visual se percibe desde las paredes hasta las ánforas donde fermentan algunos vinos, el collar de barricas de roble francés, las botellas de vino espumoso posando en declive comprobando su técnica tradicional y las hermosas bóvedas confeccionadas con cuidado artesanal y preciso. 

No solo en dicha arquitectura se puede percibir la influencia y visión moderna de Salvatore, hijo de Ferruccio, sino además en la vinificación, que sin alejarse de los principios de la casa, responde al interés actual por la autenticidad en los procesos vitivinícolas y por la manera de resaltar y emancipar lo que esa tierra, el medio ambiente y ese punto geográfico tienen para dar al mundo. 

Para lograr ese cometido, han recorrido varios caminos, entre ellos, la certificación orgánica, la técnica biodinámica y una vinificación sin tanta intervención humana, la cual es casi artesanal. Como resultado, tenemos vinos honestos y excepcionales. Lo cual se confirmó en la degustación, donde probamos  Lamelle, Polissena, Pian di Nova y por supuesto Il Borro. Lamelle es un Chardonnay muy fresco, floral y mineral con claras notas a durazno, Polissena es sangiovese muy complejo, frutal, y taninos balanceados, el cual junto con Pian di Nova tiene la denominación Valdarno di Sopra, y por último, Il Borro, un fantástico blend de Merlot, Cab y Syrah, robusto, algo tánico y larga permanencia, sabores a moras rojas y canela.

Para terminar la visita, qué mejor que sentarse a comer en L’Osteria del Borro, un restaurant ubicado a lo alto del jardín que tiene la alberca y a lo lejos la vista del hermoso burgo o fuerte medieval, al cual se puede acceder a través de un puente empedrado que conduce a sus villas, en las que se puede hospedar o bien visitar a artesanos haciendo estancias artísticas. También se encuentran, como refugio del tiempo, unas máquinas cuenta historias, que al encender la luz se activan y mueven algunos de los personajes del cuento de Pinocho en un acto mecánico y rudimentario. Un viaje al tiempo, del cual es difícil salir. 

Regresando a L’Osteria del Borro, decidí ordenar una burrata y un risotto que maridaron gloriosamente con el rosé Lamelle, los casi 30 grados centígrados y la vista, pero por si acaso tenía que cerrar la experiencia con broche de oro, cuando dejaba mi mesa para salir, me topé como por arte de magia con el señor Ferruccio Ferragamo, a quien sin dudarlo un segundo abordé con la pregunta “¿es usted Ferruccio?, seguido por su respuesta “¿Cómo sabes que soy Ferruccio?” Con esta enorme obviedad comenzó nuestra charla. 

El señor de presencia sólida pero humilde en el trato hablaba con singular entrega a la plática. Le conté lo impactante que ha sido ver la transición de lo que era Il Borro hace unos años a lo que es hoy, así como mi experiencia en el tour vinícola del día. También lo felicité por la forma minuciosa en la que rescató de las entrañas del tiempo este patrimonio histórico y por recoger en el presente lo mejor de su tierra. A lo cual me contestó señalando al burgo en lo alto de la colina: “Pero todo eso que ves está pensado no solo para preservar el pasado, sino también para cuidar el futuro”.

Efectivamente, el binomio cultura/sustentabilidad para Ferruccio y Salvatore es indisociable, lo cual se nota en cada paso que se da y en lo que se prueba en ese exquisito complejo. 

Y ya para dejar de interrumpir el día de Ferruccio, le pregunté qué se siente vivir ahí, a lo que contestó: “Mira, mucha gente me dice que siempre estoy aquí y me preguntan por qué no me voy de vacaciones. A lo que contesto: mira alrededor, este lugar es mi vacación.”

Crédito Foto: ©Il Borro

Crédito Foto: Jacopo Bille

Los recorridos de producción de vino, degustaciones y tour en su galería de arte se pueden comprar en su sitio de internet y directamente en el hotel.

El casco antiguo de Il Borro se puede visitar gratuitamente.

Località Il Borro 1, – 52024 San Giustino v.no Arezzo

– T +39 055 977053 

ilborrowines@ilborro.it

www.ilborrowines.it

Susana Cabrera

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